Capítulo 39: un año en unos segundos

Junio empieza de nuevo y eso solo puede significar algo: mi cumpleaños. Siempre he sido una persona a la que le ha encantado preparar "su día" especial. Me he puesto con la decoración, he organizado meriendas, desayunos, he hinchado globos, colgado pancartas... Digamos que soy de esas personas a las que cumplir años no les supone nada más que celebrar su día. Simple y llanamente.

Este año, seguirá siendo igual, no me malentendáis. Solamente que con una reflexión un poco diferente a la de hace unos años. Este año cumplo 24. De verdad que lo leo y me sorprende, es como si me hubiera quedado en mis 19 años. Pero no, son unos cuantos más. Como dirían en las películas, ya soy toda una mujer (qué mal suena esto, pero me entendéis, ¿no?). Este año, mis 23 años, han sido un año de muchos cambios. He empezado otra carrera, he empezado a superar mi mayor fobia, he llorado por tonterías y, sobre todo, me he reído de una forma que hacía mucho tiempo que no experimentaba. Y todo tiene su por qué.

Crecemos. Maduramos. Nos damos cuenta de que eso, que nos daba tanto miedo, solo dura un segundo. Que, cuando quieres darte cuenta, ya ha pasado. Y eso también se aplica, desgraciadamente, a los momentos en los que no quieres que eso termine. En los que tus mejillas están tensas de tanto estirarse por estar sonriendo, en que ese paisaje únicamente "será" en ese instante. Que esa merienda que llevabas preparando tantísimo tiempo, ya ha pasado. Y me pone muy triste pensarlo.
Pero, a su vez, me hace reflexionar en que la vida es eso. Pequeños momentos que duran segundos. Recuerdos que vamos almacenando en nuestro interior y experiencias que nos hacen aprender sobre lo que somos y cómo queremos ser. Tengo miedos nuevos. Miedos que no me creía que iba a tener. Y por mucho que me pase las 24 horas del día agobiada por algo, cuando este pase, habrá otro que me volverá a agobiar. Suena muy a libro de autoayuda barato, pero deberíamos (yo misma, evidentemente) aplicarnos la regla de: si no nos preocupará dentro de un año, ¿por qué nos tiene que preocupar ahora?


Como dice mi madre, será que me estoy haciendo mayor que me da por reflexionar estas cosas. Y está en lo cierto. La Berta, de 18 años (hace 6, madre mía), no lo pensaba. Y me pone muy feliz poder darme cuenta de esto. Intento vivir más. Cuando sonrío, intento hacer una foto mental para recordar lo bien que he estado en ese momento. Cuando me preocupo por algo, profundizo sobre qué me da miedo. Cuando tengo ese miedo, cuento hasta cinco y me recuerdo a mi misma que en un instante, ya habrá terminado. Miro más, escucho mejor, escribo más concienzudamente, lloro con más ganas.

Son momentos que no voy a vivir. Y que, honestamente, me gustará recordar cuando cumpla los 30, por ejemplo. ¿Qué preocupaciones tendrá la Berta de esos años? ¿Seguiré teniéndole miedo a lo que le tengo ahora? ¿Conseguiré preocuparme menos? ¿Y sonreír, lo seguiré haciendo?

Eso no lo sabremos hasta dentro de seis años. Pero de momento, estoy sonriendo mientras escribo esto. Y qué sensación más maravillosa.


B.

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